Padre, hoy he de confesar mis pecados. Llevo tiempo callándolo. La echo de menos. Echo de menos sus palabras, sus caricias, su olor. Echo de menos que me de los buenos días. Echo de menos el contarle las cosas día a día, el desahogarme con esa persona. Echo de menos el quedar, el saber sobre su vida, sobre lo que está haciendo. Echo de menos saber lo ilusionada que está.
Echo de menos el roce, las caricias. Peco padre, peco por acordarme de aquellos momentos, de aquella sonrisa, de aquella gratitud que resplandecía cuando me presentaba con un regalo. Echo de menos coger su mano, darle un beso. Padre, peco porque me estoy olvidando de su cara, de sus labios, de su mirada y de su forma de hablar. Todos los días, cuando me despierto, pienso en qué es de esa persona. Peco por no poder haberla echo feliz en su momento.
Padre, hoy me confieso porque ya no estoy a su lado. Apoyando, aconsejando, haciendo sonreir a esa persona. Padre, hoy me confieso porque no resisto el callarme todo esto.
Se despide con un pequeño anhelo,
Freinett

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