Ante situaciones que se te presentan, muchas veces no sabes cómo reaccionar. Saber qué es lo mejor para ti pero a la vez también qué es mejor para los demás. Encontrarte tras una realidad en la que ves cómo tus días pasan sin que ocurra nada. Haces siempre lo mismo, los mismos gestos, las mismas palabras de todos los días. Esperas a que algo te suceda, algo que cambie tu rutina y que se adapte a tu nueva realidad. Fantasmas del pasado que recorren tu mente, pasando por tus ojos y terminando en tu corazón. Fantasmas que vuelven para hacerte recordar todo el pasado, todo lo que aprendiste y recordándote que aún te queda por vivir nuevas experiencias. Muchas veces si dejar que ese coraje interno siga viviendo en ti o matarla para no tener que recordar más.
Experiencias vividas y experiencias del presente que hacen que no tengas más remedio que adaptarte a ellas. Llega un momento en el que te encuentras ante una situación pasiva, en la que ya no actúas, en la que ya no das más por tu parte. Tan sólo recibes y acatas órdenes para así hacer que los demás sean felices y poder continuar con esos días de pasividad y pasotismo. No quieres que tu verdadero ego reluzca y salga para así poder afrontarlos, te sientes débil ante las nuevas situaciones y tan sólo aceptas todo lo que rodea a tu vida. Te sientes aferrado a una realidad que te ahoga y que te consume poco a poco. Lo tienes todo ante ti, pero al no darte cuenta, te hallas quieto sin poder moverte. Tu mente no reacciona, te frustras porque tu cuerpo no te hace caso. Intentas despertar de un sueño, desvanecer tus pensamientos ante situaciones que, por mucho que lo intentes, no llegas a adaptarte. Intentas tocar lo que te viene, pero tus manos no se mueven. Tus piernas no caminan y no hacen que tu cuerpo de un paso hacia adelante.
Frustración de no saber cómo moverte, de no saber cómo enviar la información hacia tus extremidades. Frustración interna en la que tu única meta es que dicho sueño acabe, y una vez finalizado será cuando podrás reaccionar, ir hacia adelante y decidir si acabar con esos fantasmas o dejarlos vivir.
Se despide con un pequeño anhelo,
Freinett